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Crónica del WOMAD Festival 2021

Crónica del WOMAD Festival para Mondosonoro por Miguel Amorós

Galería de Fotos del WOMAD Festival por Hara Amorós.

Jueves 11

Las Palmas celebró y disfrutó del primer Womad en el mundo desde que llegó la pandemia. Una edición muy esperada en la que distintos estamentos han trabajado muy duro para poder hacerla posible. A pesar de lo simple que parezca decirlo, el público pudo “bailar de pie”, poniendo en valor algo que, hasta hace relativamente poco tiempo, parecía prohibido. Era conmovedor sentir la emoción de ese público canario que, tras más de 25 años, vive el Womad como algo propio. Nos quedamos con una frase que oímos entre la gente, “estamos aquí para volver a vivir”.

Cientos de banderas del artista inglés Angus Watt rodeaban los alrededores de los tres escenarios y se agitaban contentas de volver a representar este ya legendario festival. Pero musicalmente fue el rock de melodías suaves y guitarras contundentes del grupo canario Basic Needs, el que dio la bienvenida a ese público con muchas ganas de Womad.

Este año, a pesar de ser gratuito como siempre, exigía descargarse entradas al haberse acotado los espacios en los escenarios. Algo que, al público, en este primer día, le costó familiarizarse por el sistema de control tanto para entrar como para salir de los recintos. Pero volviendo a Basic Needs, su apuesta rockera es por “la canción”, donde las aportaciones vocales de sus cuatro componentes le dan un punto diferenciador y de calidad, aunque también mostraron unas guitarras bien incisivas. Otra muestra de la apertura de este festival hacia otros estilos menos recorridos y como decisión firme de apoyar la música hecha en Canarias.

Tras ellos la Barcelona Gipsy Balkan Orchestra, una banda que recoge en su seno el mejor espíritu Womad. Siete músicos de seis nacionalidades distintas, que se encontraron en una ciudad abierta y acogedora, unidos por la pasión de las músicas de raíz. Lo suyo es un viaje a través de las músicas tradicionales balcánicas, mediterráneas y de oriente medio. Temas instrumentales embelesadores, que animaron a cimbrear el cuerpo, y otros protagonizados por la frescura y vitalidad de la voz de Margherita Abita. Llevan casi diez años recorriendo escenarios de medio mundo y su experiencia se nota. Saben cuando dar espacio a los instrumentos solistas, violín o clarinete y cuando moverse todos al frente para subir la temperatura musical. Cerraron su concierto con su canción más popular, “Del Ebro al Danubio”, un recorrido por varios temas clásicos que empujaron al baile desenfrenado. Seguro que volverán a las islas.

Y llegó la primera sorpresa del festival. La mauritana Noura Mint Seymali. Imaginen un trio de rock contundente, con una guitarra morisca serpenteante, a lo blues del desierto, combinada perfectamente con la rotundidad del ritmo que mantienen bajo y batería. Al frente de ese trío, que permanecía sentado detrás, Noura tocando la ardina, instrumento parecido a una kora, y cantando con una voz poderosa esos melismas que recuerdan al cante flamenco. Canciones de estribillos repetitivos que inducen a dejarse llevar y que mostraron la rica tradición mauritana, pero de forma moderna y hasta con ecos de psicodelia. Fiel reflejo de sus palabras al decir que se puede evolucionar dentro de la tradición. Se llevó la admiración del público.

Esta jornada inaugural se cerró con la batidora de ritmos tropicales y funkies de El Especialista Manel Ruiz. Abrió con un tema dedicado a La Palma y después, a base de joyas en vinilo, puso a “bailar de pie” a todos los Womeros que, al acabar, se resistían a dejarlo marchar.

Viernes 12

El viernes fue de nuevo otro grupo canario el encargado de llenar de música el amplio Parque de Santa Catalina. Said Muti y su banda expusieron su rock enérgico de autor. A pesar de contar con un público reducido, y parafraseando el título de uno de sus discos, hizo de tripas rock ‘N’ roll y lo dieron todo en su concierto. Oiremos hablar de él.

Traslado al escenario de la Plaza de Canarias para sorprendernos con Alogte Oho & His Sounds of Joy desde Ghana. En el norte de ese país se concentra la población Fra Fra y uno de sus elementos diferenciadores es su música tradicional. Allí se desarrolló el género musical conocido como frafra-gospel donde los cantos tienen gran importancia. Alotge es uno de sus mejores representantes, aunque en sus canciones también encontramos ecos de reggae. Sus cantos eran respaldados por su banda, en la que resaltan las dos coristas que le flanqueaban y respondían a sus llamadas, y donde las ondulantes melodías y potentes solos los marcan dos teclistas y dos vientos (sin guitarra, ni bajo). Esas cadencias “afroroots” deleitaron y transportaron al público bien lejos para hacerles olvidar estos dos últimos años sin poder disfrutar en compañía de los demás.

Otra propuesta africana, pero evidentemente diferente, fue la que trajo Bai Kamara Jr. & The Voodoo Sniffers. Nació en Sierra Leona, creció en Reino Unido y ahora vive en Bélgica. Tanto por su aspecto, elegante y con sombrero, como por su música, un blues a momentos bastante fiero, podría recordar a Keziah Jones. Su repertorio se basó principalmente en su reciente disco, “Salone” (Sierra Leona en idioma krio), en el que emprende un viaje de retorno a su país de origen y a sus raíces africanas. Y aunque en el disco él mismo se hace cargo de todos los instrumentos, en directo se ayudó de su compacta banda, ya que los cuatro ocupaban solo el centro del amplio escenario. Imaginamos que por eso consiguieron sonar tan poderosos. Fue otra agradable sorpresa.

Después de ellos, una certeza confirmada, los italianos Canzoniere Grecanico Salentino. Tras varias giras mundiales, la prensa internacional ha quedado prendada de su enérgica puesta en escena. Y aquí no fue menos. Si hablamos de pizzica, el baile rítmico que pertenece al género más amplio de la tarantela, ya podemos hacernos una idea. El frenesí de sus panderetas combinadas con un acordeón, violín y gaita desbocados, junto a unos cantos conmovedores, más el vistoso e intenso baile dinámico de una bailarina, cautivaron al numeroso el público que acudió para verlos. Otro acierto más del festival.

Y qué decir de la diva malí Oumou Sangaré. Ya había pasado antes por este festival con gran éxito, y lo volvió a hacer. Y eso que anda mostrando su último disco “Acoustic” con una formación reducida, solo kora, guitarra y dos coristas. Pero su presencia impone y su voz sigue siendo vigorosa y melódica a la vez. Defensora como es de los derechos de la mujer, emocionó al cantar “Minata Waraba” dedicado a todas las madres del mundo. Y a pesar de su limitada banda, cerró con la vibrante “Djoukourou” y puso a todo el público a bailar.

Algo que hizo también el cubano Cimafunk. Y eso que se encontraron con unos problemas técnicos, poco habituales en el Womad, que hicieron que su concierto se retrasara casi una hora. Sin embargo, eso pareció espolearle a él y a su numerosa banda que salieron como un huracán. Algo que no hacía falta porque su funk afrocubano en directo es ya de por sí arrollador. Erik Iglesias, a.k.a. Cimafunk, nombra a Benny Moré, Juana Bacallao, Fela Kuti o James Brown entre sus influencias y algo de todos ellos se ve en su directo y en su música. Tanto su eléctrica presencia, como la energía y el groove de su banda, nos sacudieron sin compasión. Afirma que cuando actúa disfruta y goza y eso es lo que quiere transmitir a los que van a sus conciertos. ¡Vaya si lo consiguió! Todo el público que aguantó la larga espera, se dio por compensado.

La fiesta siguió con Amparanoia. Su mestizaje musical sigue vigente y sus certeras letras siguen siendo parte de su sello de identidad. Tras la reunión de la banda para celebrar el 20 aniversario de “El poder de Machín”, que les llevó por una larga gira internacional, volvió a surgir la chispa que desembocó en la edición de su nuevo disco “Himnopsis Colectiva”. Así que su repertorio fue una acertada mezcla de esos nuevos temas y de sus grandes clásicos, todos coreados con efusión por un público que le demostró gran cariño. Se presentó, además, con una banda reforzada en el aspecto femenino que aportó frescura a su gran directo.

El viernes se cerró con la canaria Laura Low. Quizás con una propuesta algo lejos de las coordenadas estilísticas del Womad. Su pop latino y urbano, con algún eco de folclore canario y con un espectáculo apoyado por dos bailarinas, fue seguido por un buen número de fans.

Sábado 13

Llegamos al sábado y de nuevo grupo canario para abrir, en esta ocasión The Conqueror Project. Lo suyo es el reggae-dub pero hecho con gusto y precisión. Sus ritmos humeantes llenaron el Parque de Santa Catalina de buenas vibraciones para toda la noche.

Su estela la siguió desde el otro escenario otro grupo canario, Foxy Mammals. Aunque quizás habría que decir súper grupo, ya que está formado por veteranos de otras formaciones. Su rock & blues sonó potente, gracias a sus dos guitarras, y a la vez melódico, por la voz de su cantante femenina. Están a punto de editar su primer disco, pero su directo está sobradamente solvente.

Otros de directo concluyente fueron My Baby. Trío de multiinstrumentistas procedente de Holanda y Nueva Zelanda y con una tremenda experiencia en los directos. Blues pantanoso, rock, funk y hasta psicodelia en temas que resultaron hipnóticos y que sabiamente alargan haciéndolos subir, bajar y explotar. Consiguieron meter al público en una enorme y loca pista de baile. Fue el aviso de como podría acabar la noche.

Y del éxtasis a la calma de la mano de Trio Da Kali. La música de los tres grandes músicos de Mali fue un bálsamo donde relajarse antes de la larga noche que nos esperaba. Sus canciones se remontan al gran imperio mandinga donde el balafón (xilófono, pero con teclas de madera y resonadores de calabaza) era su principal instrumento. Junto a un n’goni, que hace las funciones de bajo y la increíble voz de Hawa, encantaron a ese público canario que tan bien sabe valorar ese bien cultural que es la música, venga de donde venga.

Contraste de nuevo al seguir con la activista chilena Ana Tijoux. Acompañada con una corta banda, bajo, batería y teclados, que quizás le aportó más poderío, tocó sus temas más conocidos como “1977”, “Vengo”, “Antifa” o “Antipatriarca” con los que revolucionó el Parque de Santa Catalina. Acabó haciendo que todo el público bailara y coreara su himno “Somos Sur”.

Y de poderosa fémina a grupo con mujer al frente, el cuarteto marroquí-francés Bab L’Bluz. Su nombre significa “puerta al blues” pero también hay rock, funk o ritmos gnawa y chaabi en su música. Yousra Mansour lidera la banda, canta y toca el awicha (pequeño laúd bereber) y le acompañan batería, percusiones y gimbri. En directo su propuesta se acercó más a lo que sería un power trio con momento realmente potentes. Cerraron su actuación con uno de sus mejores temas “Gnawa Beat”, que con su potente ritmo y esos bucles vocales repetitivos los llevó, a ellos y también al público, casi al trance.

Pero realmente ese trance, en versión lo mas alocada posible, llegó de la mano de los bosnios Dubioza Kolektiv. Tienen un show muy bien estructurado y la energía que destilan en el escenario es exultante y contagiosa. Tanto que consiguieron que al público casi se le olvidara que aún estamos en pandemia, por como se puso a bailar. Fue solo una hora, pero sin un momento de descanso. Cierto que su música tiene sabor balcánico, pero lo contaminan con ska, punk, reggae o hip hop. Y a pesar de lo delirante que pueda parecer su espectáculo, tras sus canciones hay un gran compromiso por las causas sociales.  El público se lo pasó en grande con ellos, sobre todo con temas como “Red Carpet”, que compusieran con Manu Chao, o “Hay Libertad”, que hicieran con La Pegatina. Su actuación quedará en la memoria de este Womad tan especial.

Aún nos quedaba otra experiencia por vivir y esta llegó de la mano de Lova Lova. Afropunk futurista desde las calles de Kinshasa. Muy bien apoyado por dos intensos bajos y un rotundo batería, Wilfried Luzele, alias Lova Lova, se convirtió en un temible brujo que lo mismo cantaba, que gritaba sus mensajes. Salió vestido con una túnica roja y unas cyber-gafas, pero acabó casi en paños menores fruto de su locura escénica. ¿Estamos preparados para la música africana del siglo XXI? Muy sorprendente.

El último día de Womad empezó de nuevo con otro grupo canario, en esta ocasión Ron Voodoo. Músicos curtidos, pero aún con mucho que decir y que no pueden disimular su amor a la música. Rock con mayúsculas para disfrutar y hacer disfrutar.

Domingo 14

Tras ellos, un maestro de los ritmos dando otra lección de buen gusto musical. Raúl Rodríguez con su nuevo proyecto Flamenco Fusión Power Trio. Raúl nos regaló temas de sus dos excepcionales discos “Razón de Son” y la “Raíz Eléctrica” y adelantó una canción del próximo, “La vida es una rueda”, que enganchó de tal manera al público que hasta lo coreó. Este gran músico y poeta musical es buen conocedor de los cantes de ida y vuelta y no solo lo explica en sus conciertos, sino que además te lo hace vivir con su música. Nos quedamos con una de las canciones que cantó, “Que sea el ritmo el que nos gobierne”, seguro que así nos iría mejor a todos y todas.

El cierre definitivo lo puso el multiinstrumentista canario David Negrín con lo que el mismo define como música atlántica. Canción de autor con ecos latinos, brasileños o africanos con las que creó un ambiente ideal para despedirse con gusto del Womad hasta el próximo año.

Aunque aquí hemos reflejado la mayor parte del apartado musical (por coincidencia horaria nos dejamos de ver Leandro Charanga, Totó Noriega, Ami Yerewolo, The Bongo Hop, Pauanne, Vassvik, Woodhands Dj y Ras S.O.S. Dj) Womad es mucho más, véase el Mundo de Palabras, los talleres infantiles y de adultos, el ciclo de cine africano, etc. etc. Desde aquí solo podemos recomendarles que lo vivan por lo menos una vez en sus vidas.

24 noviembre, 2021 Comments (0) Festivales

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